- Quitó la cobija para despertar a la niña. La tomó de la mano y se la llevó. Cuando se alejaron, ella le preguntó: ¿no estabas muerto?
- Sus llaves cayeron al agua. Metió la mano para buscarlas, y las encontró... pero dentro de la boca de algo.
- Tenía el corazón roto. Su herida estaba por sanar cuando un mal hombre llegó y le arrancó los puntos.
viernes, noviembre 20, 2009
jueves, noviembre 12, 2009
Micros
- Pidió que le sirvieran dos deditos, pero el empleado le llevó la mano completa.
- Fue una pecadora hasta que el papa murió. Empezó a salir humo blanco y colgó el hábito otra vez.
- El reloj se detuvo y por primera vez supo que no había tiempo que perder.
- El ambiente estaba muy frío y cuando el invitado empezó a entrar en calor, lo sacaron del horno.
- Él la miró desde arriba y ella le delvolvió la mirada. Él le bajó el cierre. Era la costurera que lo esperaba.
- Fue una pecadora hasta que el papa murió. Empezó a salir humo blanco y colgó el hábito otra vez.
- El reloj se detuvo y por primera vez supo que no había tiempo que perder.
- El ambiente estaba muy frío y cuando el invitado empezó a entrar en calor, lo sacaron del horno.
- Él la miró desde arriba y ella le delvolvió la mirada. Él le bajó el cierre. Era la costurera que lo esperaba.
lunes, septiembre 07, 2009
Pluma forense
Cumplo con el penoso deber de notificar el lamentable fallecimiento de Emilio. El difunto en cuestión se dio a conocer a la luz pública cuando fue nombrado en uno de mis relatos. Nació hace pocos meses, en el mismo instante en que me fue asignada la honrosa tarea de crearlo. Confieso que no fui muy creativo. Mis palabras, escoltadas por muletillas, describieron a un hombre normal que tenía una novia muy linda, y los dos estaban enamorados. El personaje de la novia ya lo había creado otro compañero, así que mi labor se hizo muy simple. Cada día el amor entre estos dos personajes se hacía más intenso. Toda marchaba como en un cuento de hadas, hasta que un día se me chorreó la tinta. Quedó jubilada en el bolsillo de una camisa y yo pasé a ser un bolígrafo sin personalidad. Mientras tanto ella quedó desolada. No entendía el por qué de la ausencia de Emilio. Nada de llamadas, ni de visitas. Nada de nada. Dentro de su desesperación, ella buscaba justificar a su amado. Pasaron varios meses hasta que mi dueño me regaló una nueva tinta. Escogí el mejor papel en blanco para que fuera testigo de mi lealtad por Emilio. Nació de nuevo. Lo primero que quiso hacer fue buscarla. Pero ya era tarde. Pensé que cualquier excusa hubiese sido inaceptable para ella. También quise evitar cualquier derramamiento futuro, por eso decidí matarlo.
jueves, agosto 27, 2009
miércoles, agosto 26, 2009
Mi gran invento
Estás tanto en mi cabeza que pienso que eres algún tipo de aparato que he inventado. Antes que alguien más te piense, te voy a patentar.
Otra preocupación más

“Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un solo ejemplar en los millones y millones de estrellas, eso le basta para ser feliz cuando las contempla. Se dice a sí mismo: Mi flor está ahí en algún sitio… Pero si el cordero se come la flor, para él es como si de pronto todas la estrellas se extinguieran”. Antoine De Saint-Exúperi. El principito.
¿Quién dijo miedo?
Ben Amí tiene 37 años, vive solo, odia la luz blanca y le molesta que las misses digan: “Ante todo, buenas noches”. A él le molestan muchísimas cosas más en la vida, pero una sola le da miedo. La oscuridad. Ustedes dirán: ¿tan grandote? Pues así es. En su cuarto hay dos camas: la de él y, perpendicular a su cabezera, se encuentra la que 20 años atrás le pertenecía a su hermano. Todas los noches, cuando llega el momento de dormir, él reza para que se le quite el miedo y no tenga pesadillas. Aunque este acontecimiento forma parte de su rutina, siempre está a la espera de que su suerte -continuamente en litigio con sus metas- cambie de un día para otro. Antes de acostarse enciende la luz amarilla del pasillo. Considera un descaro total la impunidad con la que se desplazan los fantasmas en la oscuridad, por eso, en caso de tener que toparse con uno prefiere que la luz deje en evidencia al transgresor en cuestión. Él, incrustado en la desesperanza junto al mutismo de la cama vacía a su lado, mantiene sus brazos debajo de las sábanas mientras le da sueño. Prefiere dormir boca arriba para que nunca lo agarren desprevenido; en esa posición pararse le tomaría unos segundos menos que si durmiera boca abajo. Luego de un peregrinaje por diversos pensamientos de este tipo la paciencia de Ben Ami se disloca. Los buenos recuerdos se escabullen de su cerebro como acelerador de su estrés. La calma titubea al compás de la brisa que golpea a la persiana. Y por fin logra dormirse. Esta vez es diferente. No hay pesadillas. Sueña y en sus sueños es feliz. Las imágenes color pastel bautizan sus esperanzas de sosiego. Piensa que nada puede hipotecar la llegada de la tranquilidad a su vida. Bueno, al menos eso pensaba hasta que alguien lo despertó.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)